Frank Ryan

Frank Ryan
El Joven Republicano

Ryan nació cerca Bottomstown, en Limerick en 1902. Asistió a la University College de Dublín, donde se unió al Ejército Republicano Irlandés en el final de la Guerra Anglo-Irlandesa 1919-21. Dejó sus estudios poco después para unirse a la Brigada de IRA en el este de Limerick. Participó en la guerra civil irlandesa en 1922. Revestimiento contra el Tratado Anglo-Irlandés, Ryan fue encarcelado por el Estado Libre de Irlanda y fue liberado más tarde tras lo cual regresó a la universidad en Dublín. Pasó un tiempo como profesor, enseñando la lengua irlandesa y la enseñanza a través de la lengua irlandesa y también trabajó como un periodista. Mientras tanto había sido nombrado miembro del Ejecutivo del Ejército dentro de la IRA.

Republican Congress

En 1933, junto con Peadar O'Donnell y George Gilmore rompió con el IRA debido a los problemas sociales. Juntos formaron el Republican Congress. Esta era una organización socialista que apoyó a los obreros, trabajadores y pequeños agricultores de Irlanda. El Congress ofreció nuevas políticas radicales en el bienestar social, la vivienda social y la agricultura. El enemigo eran los elementos derechistas de Irlanda. Los periódicos derechistas, los grandes agricultores, la iglesia católica, los empresarios y los propietarios y, especialmente, los Blueshirts. Los Blueshirts fuese un cuerpo nacional y conservadora de ex policías. Ellos sirvieron como guardaespaldas en los mítines de los partidos de derecha. Sin embargo, el propio Congreso sufrió una escisión y había divisiones a causa de diferentes políticas. En el 1936 no estaba en condiciones de celebrar reuniones o participar en manifestaciones sin sufrir el escrutinio y los ataques de los grupos anti-socialistas.
La cuestión de España

En 1936, cuando la Guerra Civil española comenzó, Ryan creyó inicialmente que los problemas de Irlanda se debe colocar en primer lugar. Peadar O'Donnell había estado en Barcelona, ​​cuando empezó la guerra y había visitado el frente de Aragón con los anarquistas. A pesar de ello O'Donnell sostuvo la misma opinión. El Partido Comunista de Irlanda ya estaba emprendiendo el reclutamiento para las Brigadas Internacionales. Entonces, el Congreso envió un telegrama en reconocer la República Española. La reacción de la jerarquía católica en Irlanda Ryan causado a responder en los periódicos:

"Los republicanos negar que la religión está en juego en España, como hemos negado que la religión estaba en juego cuando estábamos en armas contra el gobierno del Estado Libre en 1922/23. Historia juzgará a nuestra posición sobre la cuestión española. Tomaré mi religión de Roma, sino como un Republicano Irlandés no voy a tomar mi política de Moscú o en Maynooth."

Sin embargo, las reacciones de la Iglesia Católica en Irlanda y los periódicos derechista asegurado España se convertiría en una importante agenda del Congress. Cuando el cuasi fascista Eoin O'Duffy comenzó reclutar hombres en Irlanda para Franco, un pequeño número de socialistas y comunistas irlandeses y hombres del IRA fue a luchar por la República de España.
España

Originalmente Ryan iba a permanecer en Irlanda y ayudar a una campaña de propaganda a favor de los republicanos. Cuando el líder original, George Gilmore, fue herido durante su visita a la vascos Ryan tomó el control. Sin embargo, muchos de los irlandeses que sirvió en el Batallón británico optó por servir con el batallón de americanos. Estos hombres llamaban a sí mismos la Sección de James Connolly o la Columna Connolly. Ellos no les gustó la actitud de uno de los oficiales superiores británicos y algunos eran presuntos miembros del Black and Tans. Ryan fue arrestado después de protestar que sus hombres no deberían haberse dividido. Más tarde fue liberado cuando los delegados del Batallón Británico intervenieron. Fue un activo valioso y se utiliza a menudo con fines de propaganda en las transmisiones de radio de Madrid y en los periódicos. Participó en la Batalla del Jarama, donde las bajas irlandesas fueron muy numerosas. Sus acciones durante Jarama, junto con otros incluyendo Kit Conway y un escocés Jock Cunningham ayudó a asegurar que Madrid no estaba rodeado.
Prisión y Muerte

Ryan fue herido de marzo 1937 y regresó a Irlanda. Por ahora se creía que la República española no podía ganar. Él volvió al servicio activo en España y comenzó a organizar la repatriación de sus hombres y él trató de mantener con vida el mayor número como era posible. En 1938 mientras él estaba luchando en Calaceite fue detenido y encarcelado por las tropas sublevadas y condenado a muerte. Fue encarcelado en San Pedro de Cardeña. Para mantener la moral, organizó y dirigir a los demás presos. La intervención del gobierno irlandés aseguró que no fue ejecutado. Permaneció en prisión hasta 1940, cuando fue conducido a la frontera francesa y puesto bajo custodia alemana. Durante la Segunda Guerra Mundial fue detenido por la Gestapo. Junto con el jefe del IRA Sean Russell, Ryan estaba en un submarino alemán en ruta a Irlanda. Sin embargo, Russell murió de apendicitis durante el viaje y la misión fue abortada. Murió en Dresde de la pleuresía y neumonía en el 10 de junio de 1944. En 1963, su tumba fue encuentra en Dresde. Sus restos fueron llevados de vuelta a Irlanda por los irlandeses que le había seguido a España. Fue enterrado en el cementerio de Glasnevin por sus antiguos camaradas.

*Los datos aquí publicados han sido contrastados con varias fuentes.

Columna Connolly

La Columna Connolly ( en inglés: Connolly Column) fue una pequeña unidad de voluntarios irlandeses integrados en el batallón Lincoln que formó parte de las Brigadas Internacionales en apoyo de la república durante la Guerra Civil Española. La denominación escogida lo fue en honor del líder socialista irlandés James Connolly, ejecutado en 1916 por su participación en el Levantamiento de Pascua.

Al inicio del conflicto, el republicano izquierdista irlandés Peadar O'Donnell se encontraba en Barcelona para la apertura de las Olimpiadas Populares. El estallido de la guerra le impulsó a movilizar unidades de voluntarios en apoyo del Frente Popular entre los miembros del Ejército Republicano Irlandés (IRA) y otros activistas nacionalistas. Fue también una reacción frente a la creación de la Brigada Irlandesa, de orientación fascista, que agrupó a voluntarios que combatieron a favor del bando nacional también en la guerra española.

Los primeros integrantes de la columna llegaron a España en diciembre de 1936 con Frank Ryan liderando el grupo y se instalaron en Albacete, punto de concentración de todos brigadistas. El conflicto con el Reino Unido que mantenían los irlandeses impidió que se integrasen en el Batallón Británico, quedando encuadrados en el batallón americano Lincoln.

El número exacto de miembros de la Columna a lo largo de su estancia en España no ha sido fijado, pero la mayoría de los historiadores coinciden en afirmar que estaría próximo a unos 150 hombres. Participaron en distintas batallas, como la de Madrid, la del Jarama (donde sufrieron importantes bajas) y la del Ebro. El líder del grupo, Ryan, fue herido y, tras recuperarse en su país, regresó participando en el frente de Aragón, siendo capturado y llevado a una campo de prisioneros en Miranda de Ebro, donde fue sentenciado a muerte. No obstante, la intervención del presidente de Irlanda, Éamon de Valera, permitió que le fuera conmutada la pena capital por la de treinta años de prisión.

En septiembre de 1938 los supervivientes de la columna regresaron a Irlanda.

*Los datos aquí publicados han sido contrastados con varias fuentes.

General Eoin O'Duffy

General  Eoin O'Duffy
Eoin O'Duffy en 1922 como comisionado de policía

Eoin O'Duffy (en irlandés: Eoin Ó Dubhthaigh); (20 de octubre de 1892 - 30 de noviembre de 1944) fue sucesivamente un Teachta Dála (TD) (jefe de mando del Ejército Republicano Irlandés), el segundo comisionado de la Garda Síochána, líder de la Asociación de Camaradas del Ejército y posteriormente el primer líder del Fine Gael (1933-1934), antes de dirigir la Brigada Irlandesa que luchó en el bando del general Francisco Franco durante la Guerra Civil Española. En una ocasión se autoproclamó "el tercer hombre más importante de Europa" tras Adolf Hitler y Benito Mussolini.



Primeros años

Eoin O'Duffy nació en 1892 con el nombre de Owen O'Duffy en Lough Egish, cerca de Castleblayney, Monaghan. O'Duffy estudió ingeniería en Wexford, antes de trabajar como ingeniero y arquitecto en Monaghan. En 1919 se convirtió en agente de subastas. Fue el líder de la Asociación de de Atletas Gaélicos en el Ulster durante la década de 1910. Un espacio ferial en Clones, en el condado de Monaghan, lleva su nombre.
Guerra de la Independencia de Irlanda

En 1917, Eoin O'Duffy se unió al IRA y participó activamente en la Guerra de independencia irlandesa. En febrero de 1920, junto con Ernie O'Malley, participó en la primera captura de un cuartel policial en Ballytrain, en Monaghan. Fue encarcelado en varias ocasiones pero se convirtió en comandante del IRA en 1921. En mayo de ese mismo año se convirtió en Teachta Dála del Sinn Féin por Monaghan.

En marzo de 1921 fue nombrado comandante de la 2ª división del IRA en el norte de Irlanda. Tras la tregua con los británicos en julio de 1921 fue enviado a Belfast. Tras los sucesos del Domingo sangriento de Belfast, se le encargó negociar con los británicos para mantener la tregua y defender las zonas católicas de los ataques protestantes.

En enero de 1922 se convirtió en jefe de mando del IRA, sustituyendo a Richard Mulcahy. Eoin O'Duffy se convirtió así en el general más joven de Europa, hasta que Francisco Franco fue ascendido a ese rango.
General del Ejército y la Garda Síochána

En 1921 apoyó el Tratado Anglo-Irlandés. Sirvió como general en el Ejército irlandés en la Guerra Civil Irlandesa y fue una de las principales figuras de la estrategia del Estado Libre de Irlanda en su ofensiva contra las fuerzas británicas. En julio de 1922 consiguió tomar con éxito la ciudad de Limerick, antes de ser contenido en la Batalla de Killmallock al sur de la ciudad. Las enemistades que adquirió durante la guerra civil acompañarían a Eoin O'Duffy a lo largo de toda su carrera política.

Tras la fase inicial de la guerra, Eoin O'Duffy se convirtió en comisionado de la Garda Síochána (la Policía irlandesa), cuando el Estado Libre de Irlanda fue establecido en 1922. Esta institución pervive hasta nuestros días, siendo el equivalente a la Policía Nacional en España.

Tras las elecciones generales de 1933, el presidente Éamon de Valera cesó a O'Duffy de su puesto de comisionado. En el Dáil Éireann, De Valera explicaba las razones del cese, alegando las pasadas afiliaciones políticas de O'Duffy. Sin embargo, la verdadera razón parece haber sido que en 1932 el Gobierno irlandés descubrió que Eoin O'Duffy había sido uno de los partidarios de dar un golpe de Estado en lugar de entregar el poder a la administración del Fianna Fáil. O'Duffy se negó a aceptar ninguna otra posición de rango similar a la de comisionado en la administración pública.
Líder de la ACE y acercamiento al fascismo

En julio de 1933, Eoin O'Duffy se convirtió en líder de la Asociación de Camaradas del Ejército, que había sido creada para proteger las reuniones públicas del Cumann na nGaedhael, objeto de boicot bajo el eslogan No hay libertad de palabra para los traidores por parte del IRA tras las elecciones. O'Duffy y varios elementos conservadores del Estado Libre de Irlanda comenzaron a acercarse al fascismo, que durante esta época se extendía por Europa. Inmediatamente, cambió el nombre de este nuevo movimiento al de Guardia Nacional. Eoin O'Duffy admiraba al líder italiano Benito Mussolini y su organización adoptó símbolos genéricos del fascismo europeo, como el saludo romano con el brazo en alto y extendido o un uniforme de camisa azul. No pasó mucho tiempo antes de que sus seguidores fueran conocidos como blueshirts (Camisas Azules).

En agosto de 1933 los blueshirts planearon un desfile en Dublín para homenajear a los líderes republicanos Michael Collins y Arthur Griffith, que habían muerto 11 años antes. Fue una clara imitación de la Marcha sobre Roma de Mussolini, y así fue considerada a pesar de que los blueshirts lo negaban. Éamon de Valera temía que los blueshirts aprovecharan la ocasión para dar un golpe de Estado y el desfile fue prohibido.

En septiembre del mismo año, los blueshirts fueron ilegalizados. Para evitar esta prohibición el movimiento adoptó un nuevo nombre, en esta ocasión haciéndose llamar League of Young Ireland (Liga de la Joven Irlanda). O'Duffy y varios de sus hombres aparecieron en la Conferencia Fascista Internacional de 1934 celebrada en la localidad suiza de Montreux, donde se mostró en contra del antisemitismo.

Fine Gael

En septiembre de 1933 el Cumann na nGaedhael y el movimiento de los blueshirts se unieron para formar el Fine Gael, que actualmente es uno de los dos principales partidos de la República de Irlanda. O'Duffy, aunque ya no era Teachta Dála, se convirtió en su primer líder, junto con William Thomas Cosgrave como portavoz parlamentario. La Guardia Nacional, ahora rebautizada como Asociación de la Joven Irlanda, fue transformada de un grupo paramilitar ilegal en un ala militante del partido político. Sin embargo, sus reuniones a menudo fueron boicoteadas y atacadas por simpatizantes y miembros del IRA. Eoin O'Duffy demostró ser un líder débil (era un militar y no político, y a nivel personal era un hombre de gran temperamento). En septiembre de 1934 dimitió repentinamente como líder del Fine Gael. Con el tiempo, sus opiniones extremistas y su falta de tacto se convirtieron en motivo de bochorno para su partido. Abandonó el FG para formar el Partido Nacional Corporativo.

Voluntario en España

El Movimiento de los Camisas Azules también había comenzado a desintegrarse tras la dimisión de su líder, hasta el punto de que en 1935 la organización había dejado de existir. En junio de 1935 Eoin O'Duffy formó el Partido Nacional Corporativo, de ideología fascista y en 1936 organizó una Brigada Irlandesa para luchar a favor del general Franco en la Guerra Civil Española. A pesar de la oposición del gobierno irlandés, que impuso una multa de 500 libras a quienes participaran, 700 de los seguidores de O'Duffy (que contó con el apoyo de la Iglesia de Irlanda) viajaron a España para luchar en el bando nacionalista de Franco (otros 250 irlandeses, en gran parte veteranos de la guerra civil, se unieron al bando de los republicanos, la Columna Connolly). Los seguidores de O'Duffy apenas participaron en operaciones militares en España y su papel fue sobre todo simbólico. El general Franco terminó enviando a los fascistas irlandeses de vuelta a su país en junio de 1937.

Retiro y muerte

Eoin O'Duffy regresó a Irlanda desde España cansado y decepcionado. Se retiró por completo de la política, aparte de un breve contacto con el nacional-socialismo. Se cree que se reunió con varios miembros del IRA y de la embajada alemana en Dublín durante el verano de 1939. En el verano de 1943, O'Duffy volvió a la embajada con una oferta para organizar una Legión de Voluntarios Irlandeses que se incorporase al Frente Oriental durante la Segunda Guerra Mundial. Explicó al embajador alemán que su oferta era un deseo de salvar a Europa del bolchevismo. Pidió que le fuera enviado un avión para viajar a Alemania y emprender las negociaciones necesarias en Berlín. La oferta no fue tomada en serio.4 En estos momentos su salud había comenzado a deteriorarse seriamente y murió el 30 de noviembre de 1944, con 52 años. El Gobierno irlandés le ofreció un funeral de Estado. Tras una misa de réquiem en la catedral de St. Mary fue enterrado en el cementerio Glasnevin.

*Los datos aquí publicados han sido contrastados con varias fuentes.

El francotirador de Gózquez

Batalla de Jarama
Batalla de Jarama


Alcanzó al menos a seis miembros de la caballería franquista durante la Batalla del Jarama
 La noche del 7 de febrero la plana mayor de la caballería nacional había tomado la determinación de instalar su puesto de mando junto a un caserío del pueblecito Gozquez de Arriba. Pese a la lluvia caída durante todo el día, la ofensiva nacionalista en el Jarama estaba siendo un éxito. Hasta el momento dominaban Ciempozuelos, San Martín de la Vega, las alturas de la Marañosa, su fábrica química y otras cotas elevadas. Algunas avanzadillas franquistas ya tenían a tiro la carretera de Valencia, circunstancia ésta que hizo cambiar de planes a los estrategas republicanos.
La moral de la caballería nacional era muy alta. Su jefe, el teniente coronel Fernández Barrón Ortiz había tomado la decisión de acampar en Gozquez tras eliminar las últimas defensas republicanas en la zona. La tropa acampada, en su mayoría era tropa mora aunque también había partidas de regulares y requetés. Los oficiales de mayor graduación junto con Fernández Barrón se alojaron entre las ruinas del caserón, que al menos se tenía en pie y podía resguardarlos de la lluvia. El resto se agolpaba en los alrededores y en el porche. A última hora de la tarde sonó un disparo seco de la nada. Un soldado moro cayó desplomado. Cundió la alarma entre los allí presentes. Posteriormente sonó otro disparo y otro militar nacional se fue al suelo malherido. Un francotirador republicano tenía a su alcance a la plana mayor de la caballería franquista en el Jarama por lo que los oficiales organizaron una batida para localizarle a toda costa.
 Los soldados en ese momento empezaron a hablar del ‘duende de Gozquez’ que asesinaba en la oscuridad a los nacionales. Con extremo cuidado y moviéndose con mil precauciones la caballería de Fernández Barrón registró casa por casa el pueblo. No encontraron a nadie. El francotirador seguía haciendo de las suyas y de madrugada ya había malherido y matado a seis soldados nacionalistas. Ante este panorama, la batida se suspendió esperando la luz del día y una mejoría de las condiciones climatológicas.
El 8 de febrero despertó con la misma lluvia torrencial que el día anterior. De nuevo los oficiales organizaron una batida para dar caza al francotirador que seguía actuando contra las tropas sublevadas. Tras varias horas de búsqueda, por fin localizaron al autor de los disparos. Era un joven miliciano que no pudo replegarse cuando sus compañeros abandonaron el pueblo y que se escondió en una pequeña casa de labranza, casi a las afueras de Gózquez. En un desván, completamente escondido, disparó por medio de la hendidura del muro alcanzando como antes hemos dicho a más de seis soldados nacionales. La decisión del Estado Mayor de la Caballería tras la detención del ‘Duende de Gózquez’ fue contundente: había que fusilarle. Y eso hicieron, a media mañana, el francotirador republicano fue fusilado en las inmediaciones del puesto de mando.
*Los datos aquí publicados han sido contrastados con varias fuentes.

Voluntarios catolicos de Irlanda (Legión Católica Irlandesa)

El Escudo del TERCIO IRLANDÉS con el Arpa Céltica
El Escudo del TERCIO IRLANDÉS con el Arpa Céltica 
I. EN RECUERDO.

Un grupo de voluntarios al que los españoles, sea cual fuere su bando, no tienen ninguna infamia que reprochar: los irlandeses del Tercio. Movidos por una sincera amistad hacia España y por el profundo deseo de defender la Cristiandad amenazada, esos hombres, olvidados hoy, eran verdaderos idealistas. No eran los peones del "Komintern" ni comisionados por ningún gobierno extranjero; no vinieron para revolucionar, sino para servir, y su caballeresca epopeya merece más honor que las fechorías de André Marty.




II. EL LLAMAMIENTO DEL GENERAL O'DUFFY.

La unidad fue formada por el dirigente profascista Eoin O'Duffy, quien previamente había organizado los grupos Camisas Azules y Camisas Verdes en Irlanda.

A pesar de la declaración de ilegalidad de la participación de irlandeses en el conflicto español efectuada por el propio gobierno irlandés, aproximadamente 700 seguidores de O'Duffy llegaron a España. El contingente rechazó la orden de Francisco Franco de combatir en el frente del norte por sus paralelismos con los nacionalistas vascos, al ser católicos como ellos. O'Duffy emitió más tarde su opinión de que los vascos "tienen tanto derecho a la separación de España como los seis condados del Ulster de Irlanda". La principal motivación en su lucha en España fue el apoyo a la Iglesia Católica contra los ataques sufridos por ésta en el lado republicano. También exponían los paralelismos religiosos e históricos entre España e Irlanda y la lucha contra el comunismo y el socialismo.

Cuando la Brigada Irlandesa, encuadrada en la Legión como la XV Bandera, iba a entrar por primera vez en acción, durante la Batalla del Jarama, en febrero de 1937, fueron tomados como voluntarios republicanos por las tropas nacionalistas, por lo que sufrieron varios muertos y heridos por fuego amigo. Poco tiempo después entraron finalmente en combate, pero su ofensiva fracasó y tuvieron las primeras bajas en el campo de batalla. A causa del prolongado mal tiempo y las malas condiciones de vida en las trincheras, muchos de los voluntarios irlandeses cayeron enfermos. Tras estos acontecimientos y a causa de su baja moral y su poca combatividad, la Brigada fue retirada de primera línea volviendo poco después a Irlanda.

Otro contingente irlandés, la Columna Connolly, participó también en la Guerra Civil Española, pero en el bando republicano, integrada en el norteamericano Batallón Abraham Lincoln de las Brigadas Internacionales.

En agosto de 1936, apenas un mes después del alzamiento español, empezó la aventura de los voluntarios irlandeses. El general O'Duffy, líder de la derecha irlandesa, es invitado por un amigo carlista a que reclute una brigada de combatientes que se una a los Requetés. Tal gesto -escribe el español- tendría valor ejemplar en el mundo católico; también tendría muy buen impacto sobre la moral de los nacionales.
Garda Commisioner EOIN O'DUFFY (Centro)

No resulta muy difícil convencer al general. Como la mayor parte de sus compatriotas, Eoin O'Duffy ya es partidario de la causa nacional. Entre todas las personalidades de primer plano, es el mejor capacitado para una operación militar. Nacido en 1892 y veterano de la guerra de independencia, durante la cual se destacó al lado del legendario Michael Collins, ha sido jefe del Estado Mayor antes de mandar la policía nacional (An Garda Siochana) durante diez años. Destituido en 1933 a petición de la izquierda, dirigió la «National Guard» y presidió el «Fine Gael», o sea, el principal partido de la derecha irlandesa. Desde 1935, está al frente del «National Corporate Party», una pequeña formación cuyas ideas se parecen mucho a las de Salazar y Dollfuss, y cuyas «camisas verdes» disputan la calle a los peleones del IRA.


Atraído por la idea de contribuir directamente a la lucha contra el comunismo, O'Duffy escribe a varios periódicos para expresar su convicción de que Franco «está defendiendo las trincheras de la Cristiandad» Y, de paso, sugiere la posibilidad de reclutar un cuerpo de voluntarios. El eco es inmediato y de todos los condados afluyen cartas de aprobación por centenares. Muchos jóvenes se declaran dispuestos a marchar. También son numerosos los ciudadanos «instalados» -granjeros, tenderos, obreros, profesores, etc.- que contestan afirmativamente, como el comandante O'Malley, caballero de Malta, o el teniente-coronel P. R. Butler, hijo del general Sir W. Butler.

La participación irlandesa en la guerra española deriva naturalmente de la vieja amistad que une a las dos naciones. Al general le gusta referirse a los soldados de la Invencible que vinieron a prestar socorro a Irlanda y también a los innumerables irlandeses que sirvieron al Reino de España. Así el marino O'Flaherty, el compañero de Colón, los generales O'Donnell, O'Shea y O'Reilly, sin olvidar al arzobispo de Cashel, el Colegio irlandés de Salamanca y la Iglesia de los Irlandeses en Madrid. Los simpatizantes de la Cruzada pueden remitirse a una auténtica tradición histórica. Por estereotipado y sentimental que sea, este lenguaje no deja al público irlandés indiferente.


III. EL PROYECTO SE PLASMA.

Ante el entusiasmo que suscita su iniciativa, O'Duffy decide preparar un proyecto detallado y someterlo a las autoridades españolas. El 20 de septiembre, éstas le dan su acuerdo de principio, y en seguida, el general viaja a España. Llegado vía Hendaya y escoltado por una guardia de honor, pasa por el monasterio de Elizondo y, luego, se detiene en Pamplona donde se entrevista con el gobernador de Navarra, Don Juan Pedro Arraiza. En Burgos, habla con el general Cabanellas y, después, se dirige a Valladolid donde le espera el general Mola. La conversación se desarrolla en el ambiente de la reciente liberación del Alcázar de Toledo. «Irlanda está al lado del pueblo español en su combate por la Fe», dice O'Duffy. «Convencidos que la causa de Franco es la de la civilización cristiana, voluntarios irlandeses están dispuestos a combatir con las fuerzas nacionalistas»1. Mientras la fiesta está en su apogeo en Valladolid, el general Mola vuela a Cáceres a fin de conferenciar con el Generalísimo. Pocas horas después, O'Duffy recibe el mensaje siguiente: «El general Franco tiene mucho gusto en aceptar el ofrecimiento irlandés de reclutar una brigada de voluntarios». Anunciada por altavoces, la noticia es acogida por los «vivas» del gentío que se apiña en las calles. Invitado a expresarse ante el micrófono de Radio Nacional, O'Duffy no oculta su satisfacción: «Veo el espíritu de una gran nación que se alza tan duro como el acero templado, para defender de nuevo, como España tantas veces lo hizo en el pasado, la gloria de la civilización cristiana frente a los asaltos de bárbaros y paganos (…) Irlanda hará todo lo que pueda para ayudar a su amiga y aliada histórica en la Cruzada gloriosa que conduce con tanto éxito». De su breve estancia en la zona nacional, O'Duffy guarda una imagen de serenidad y orden que contrasta con el caos que reina entre los republicanos: «En la España nacional -escribe- la vida sigue de nuevo su curso normal. Los hombres cultivan sus tierras para alimentar a sus familias extenuadas y a los soldados que están en el frente. Los pastores llevan sus rebaños a pacer, y en las ciudades, los negocios se hacen casi normalmente. La paz reina sobre las colinas y llanuras, solamente turbada a lo lejos por el ruido de un cañoneo que recuerda la próxima tormenta» 3. Esta buena impresión le confirma en su opción y, con una energía duplicada, regresa a Irlanda para dedicarse a formar una brigada.


IV. EL CONSENSO DE LA IGLESIA.

En Dublín, ha surgido la polémica en torno al proyecto. Convocado con toda urgencia, el «Dail» (Parlamento) vota una ley que prohíbe a todo ciudadano irlandés que se aliste en España bajo pena de una multa (hasta 500 libras) y de un encarcelamiento (hasta dos años). En Gran Bretaña el asunto también causa remolinos: invocando el Pacto de no-intervención, algunos diputados -los señores Manders, Roberts, Gallacher- exigen resueltamente que se impida a los voluntarios que salgan desde puertos ingleses.


Esta campaña de intimidación no impresiona al general O'Duffy. Seis mil personas ya han respondido a su llamamiento y la Iglesia Católica le apoya casi oficialmente. Haciéndose eco de las palabras de los obispos de Vitoria, Pamplona y Salamanca, más y más prelados toman partido. En Nueva York, el Cardenal Hayes denuncia «los enemigos sanguinarios y diabólicos de Dios y de su iglesia», mientras Monseñor Richard Fitzgerald, el Obispo irlandés de Gibraltar, declara: «Se trata del porvenir de la religión del orden y del bien, no sólo para España, sino para una gran parte del mundo». Según el Cardenal Mac Rory, que se manifiesta en Drogheda, «se trata de saber si España será, como lo fue siempre, una tierra cristiana y católica o si va a ser una tierra bolchevique y hostil a Dios». ¿Quien se atrevería en esas condiciones a criticar al soldado O'Duffy por ir en socorro de la Cristiandad española?


Se sabe que miembros del IRA ya combaten con los rojos y, por eso, el argumento de la no-intervención resulta poco convincente. Lo que se conoce del bando republicano más bien sirve a la causa del general O'Duffy. Según el parecer del capitán McGuinness, quien desertó y volvió a Irlanda, «el gobierno de Madrid es 100% rojo y violentamente hostil a la Iglesia Católica» y «cada irlandés que combate o defiende este régimen, defiende al enemigo de su Fe» . Por el contrario, la iniciativa de O'Duffy parece estar en armonía con las convicciones profundas del católico pueblo de Irlanda y las aspiraciones de su clero. Como dirá, más tarde, el dominico Paul O'Sullivan dirigiéndose a un grupo de voluntarios: «…Vais a combatir en el Santo nombre de Dios, por la gloria de Dios, para defender a Dios, para salvar nuestra Santa Fe, para salvar la Cristiandad, para proteger al mundo de las atrocidades que han sido cometidas en Rusia, en Méjico y ahora en España».


V. UNA SALIDA FRUSTRADA

Tan pronto como está de vuelta, O'Duffy se pone a trabajar. Envía circulares de alistamiento, procede a una primera selección de suboficiales y también a la selección de los voluntarios cuyas capacidades y aptitud física son debidamente verificadas. Sin embargo, uno de los problemas mayores del general sigue siendo el transporte. No hay ningún enlace marítimo entre Irlanda y España o Portugal. Desde Inglaterra, los buques son escasos en el invierno. Por otra parte, fletar un buque alcanza un precio prohibitivo. Finalmente es Juan de la Cierva, eminencia gris de Franco en Londres, quien ofrece encargarse del transporte. Con la ayuda de Nicolás Franco, alquila el «Domino» y lo hace rearmar en Vigo. La primera salida tendrá lugar el día 16 de octubre de 1936 cerca de Waterford.

Por parte irlandesa, el asunto está siendo meticulosamente preparado. En cada condado, un coordinador se encarga de conducir a los voluntarios hasta el puerto de embarque cuyo nombre se guarda secreto. Gracias a los fondos recaudados por el «Irish Christian Front» de Patrick Belton, O'Duffy ha mandado comprar 1000 camisas verdes y 1000 gorras; también ha contratado a un piloto para guiar el buque español.


El 14 de octubre, todo está listo; las últimas consignas han sido distribuidas y muchos voluntarios se han puesto en marcha; pero, sobre las siete de la tarde, un mensaje del general Franco anuncia el aplazamiento «sine die» de la operación. Para O'Duffy, que debe advertir a todo el mundo, es una mala noticia; lo es también para centenares de hombres que habían abandonado sus empleos y se habían despedido de sus familias, y que se ven obligados a volver a sus casas defraudados.


Este episodio no desanima al general que sale para Salamanca a fin de aclarar la situación. De camino, visita Irún y San Sebastián, y se detiene en Fuenterrabía donde vive Walter Meade, un deportista irlandés muy conocido en España. En Salamanca, es recibido en seguida por Franco que le explica brevemente los motivos de su contraorden: al averiguar que la URSS buscaba un pretexto para denunciar el Pacto de no-intervención e intensificar su ayuda a los rojos, ha juzgado preferible que no se lo ofreciera la brigada irlandesa en bandeja. «En todo -añade el Generalísimo- el interés de España debe tener prelación». No hay nada que objetar y el incidente queda cerrado.


Invitado por Franco a permanecer unos días en España como «huésped de la nación», Eoin O'Duffy aprovecha la ocasión para visitar el frente. Escoltado por el duque de Algeciras, el conde de San Esteban de Cañongo, los capitanes Medrano, Meade y Gunning, va a Ávila, Cebreros, Maqueda y, luego, a Toledo donde se entrevista con el Cardenal Gomá. Subiendo hacia el Norte, pasa por Yuncos donde se encuentra con el general Varela, y llega hasta Humanes y Parla desde donde se columbra los techos de Madrid. De vuelta a Salamanca, una buena noticia le espera: dada la afluencia continua de franceses y rusos a la zona republicana, el general Franco autoriza la venida de los nacionalistas irlandeses.


VI. DESTINO CÁCERES

Después de una parada en Biarritz, en casa del señor Álvarez de Aguilar que fue embajador de España en Dublín, O'Duffy vuelve a Irlanda. El 8 de noviembre reúne a sus coordinadores a quienes pide que movilicen de nuevo a los que todavía quieren salir. Ahora el perfil de la operación está perfectamente definido. Alistados por la duración de la guerra o por seis meses, los voluntarios formarán una o más banderas del Tercio; cada bandera se compondrá de unos 800 hombres, o sea 4 compañías; con excepción de los oficiales de enlace, los cuadros serán irlandeses. Según el acuerdo firmado con Franco, los irlandeses nunca tendrán que enfrentarse con los vascos, y podrán conservar sus normas propias. Médicos, capellanes y aún… cocineros serán irlandeses. La Bandera estará bajo mando de un inspector-general, en este caso Eoin O'Duffy que tendrá rango de brigadier.


Para el traslado en España, O'Duffy decide que se utilizará las líneas existentes. Los voluntarios saldrán de Dublín para Liverpool y de ahí proseguirán hasta Lisboa con enlace semanal. El resto del viaje se hará por carretera. Los hombres viajarán de paisano, cada uno comprará su billete, y sólo en España se alistarán de manera individual.


Estando ya muchos voluntarios en pie de guerra desde la mitad de octubre, las cosas van de prisa. El 13 de noviembre de 1936, una primera decena de voluntarios sale de Dublín. Integran este grupo Diarmuid O'Sullivan (un ex-insurgente de 1916), el coronel Thomas Carew, el capitán David Tormey, el abogado Bernard J. Connolly y varios veteranos de la guerra de independencia como P.J. Gallagher, James Finnerty, John F. Mc Carth y John C. Muldoon.

Una semana más tarde, el general O'Duffy acompaña a un segundo grupo al que pertenecen el coronel Patrick Dalton, futuro jefe de la Bandera, el comandante Padraig Quinn, su segundo (un hombre que ya a los 16 años formaba parte del IRA), el doctor Peter O'Higgins, médico de la Bandera, el capitán Tom Hyde, y otros ex-oficiales del ejército nacional irlandés como Tom O'Riordan, Tom F. Smith, Edward Murphy, Michael Cagney, el capitán Thomas Gunning y el comandante Sean Cunningham. En Liverpool, el grupo se embarca a bordo del «Avoceta», saludado por el Padre S. Gillan y por simpatizantes que aclaman la enseña nacional y el estandarte de la brigada. En Lisboa, los voluntarios son recibidos por los Padres Dominicos Paul O'Sullivan, E. McVeigh, Joseph Dowdall y Crowley que celebran una misa en su honor, luego, los voluntarios toman autocares que les llevan hasta Elvas y Badajoz donde el gobernador militar les da la bienvenida. El día siguiente, llegan a Cáceres, última etapa del viaje.


El 27 de noviembre, un tercer grupo de 84 voluntarios sale de Dublín; antes de que su barco zarpe del puerto Monseñor Byrne, deán de Waterford, les ha remitido rosarios y Agnusdei. Evocando la partida en su homilía dominical, Monseñor Ryan declara: «Han salido para tomar parte en la batalla de la Cristiandad contra el comunismo. Muchas dificultades les esperan y sólo héroes pueden emprender tal combate» 10. A la pequeña tropa se agregan algunos oficiales (Charles Horgan, Thomas Cahill, Eamon Horan) y también el Padre J. Mulrean, capellán de la Bandera.


El 4 de diciembre, 100 hombres más salen de Dublín y dos días después, otros 500 se embarcan de noche en un buque que ha venido de España. Secretamente reunidos en Galway y llevados a alta mar por un barco irlandés (el «Dun Aengus»), estos hombres atraviesan un temporal antes de acceder al buque español. Desembarcados en El Ferrol y llevados a Salamanca siguen hasta Cáceres donde una gran fiesta acoge su llegada.


Novelesca y arriesgada, esta expedición tuvo éxito pero no se repetirá. Prevista para la noche del 6 al 7 de enero de 1937, la travesía siguiente no tendrá lugar. A la hora fijada, más de 700 voluntarios -la bandera de relevo- se presentan en Passage East, pero el pueblo está lleno de policías y esperan en vano al buque español que debía transportarles. Requerido en el último momento para tomar parte en una operación naval cerca de Málaga, el navío no arribará.


VII. LA XV BANDERA SE PREPARA

Tan pronto como se instala en su cuartel de Cáceres, la brigada irlandesa se somete a una preparación intensiva bajo mando del capitán Capablanca, un instructor español muy curtido. La nueva unidad se llama «XV Bandera» y lleva el uniforme del Tercio (con arpas célticas en las solapas). «El que pudiésemos formar una bandera del Tercio» -escribe O'Duffy- «nos parecía un gran privilegio tanto más cuanto que éramos los primeros extranjeros en tener tal honor».


En Cáceres, los irlandeses son objeto de innumerable atenciones: el coronel Luis de Martín Pinillos, gobernador militar, manda izar la enseña irlandesa sobre todos los edificios públicos de la provincia, e interpretar el himno irlandés en las ceremonias oficiales. El Obispo permite que durante los oficios se desplieguen el estandarte de la brigada (un lebrel amarillo sobre fondo esmeralda) y los banderines de las compañías. Antes de marchar al frente, los voluntarios entregan al prelado 1.500 pesetas «para sus sacerdotes».


Alojado en el Hotel Álvarez, el general O'Duffy supervisa el entrenamiento de su tropa cuyas condiciones de vida se esfuerza por mejorar. Acompañado por un ayudante bilingüe (el teniente de aviación Matamoros) acude regularmente a Lisboa para recoger cartas y paquetes; se ocupa también de la comida de sus hombres (poco entusiasmados por el aceite de oliva), de su recreo (conciertos dominicales), y procura que se abstengan de hacer política 12. Al mismo tiempo, multiplica los contactos con el vecindario a fin de asociar a su brigada con la vida de la guarnición. En vísperas de Navidad, por ejemplo, visita los hospitales de la ciudad con una banda militar para entregar regalos a los heridos y, el día siguiente, recibe a las autoridades civiles, religiosas y militares. En esta ocasión, le envían mensajes de simpatía el general Franco, el coronel Yagüe y el alcalde de Dublín, señor Alfred Byrne.


Cuando el regimiento no está haciendo instrucción muchas son sus obligaciones sociales. El día de año nuevo, el coronel Yagüe visita de improviso a la XV Bandera, y el 3 de enero, el coronel Pinillos invita a todos los oficiales a visitar el monasterio de Guadalupe. Enarbolando banderas irlandesas, la pequeña ciudad acoge de manera triunfal a los irlandeses y el Prior del monasterio les habla con mucho afecto. Algunos días después, la Bandera desfila para celebrar la toma de Málaga, y el 6 de enero, el mismo general Franco viene a pasar revista.


El 31 de enero de 1937, una ceremonia imponente señala el fin del período de instrucción. Después de una misa que celebra el Obispo en la Iglesia de Santo Domingo, el general O'Duffy descubre una placa de bronce conmemorando la estancia en Cáceres de los irlandeses. Flanqueada por los escudos de España e Irlanda, por una cruz céltica, una Virgen y tréboles, la inscripción dice: «En honor de Dios, en honor de Irlanda y en recuerdo de la XV Bandera, brigada irlandesa del Tercio, que rezó en esta iglesia mientras servía la causa de la Fe combatiendo al lado de su antigua aliada y protectora, España». Hubo discursos y por último, la bendición del Obispo. A continuación, la brigada desfiló por las calles de Cáceres, muy aplaudida por la multitud a la que ofreció, por la tarde, un concierto de música irlandesa. Al fin del recital, se lee un mensaje de simpatía del Caudillo y este «Día de Irlanda» se acaba con una cena durante la cual O'Duffy agradece al coronel Pinillos su hospitalidad impecable.


VIII. LOS IRLANDESES LEGAN AL FRENTE DE GUERRA.

El 16 de febrero, la bandera irlandesa recibe la orden de marchar que tanto esperaba. Al día siguiente, los legionarios salen para Torrijos a donde llegan después de 26 horas de tren. Desde Torrijos y de conformidad con las órdenes del general Orgaz, el tren sigue hasta Torrejón de la Calzada; luego, continúan a pie hasta Valdemoro que alcanzan alrededor de medianoche. Sólo se trata de una etapa y después de una noche de descanso, se ponen de nuevo en marcha hasta Cienpozuelos donde se encuentran las trincheras que deben ocupar.


De entrada, la mala suerte se abate sobre la brigada de O'Duffy. Cerca de Cienpozuelos, los irlandeses se encuentran con una escuadra de voluntarios canarios que por error abren fuego. Caen dos españoles, el teniente Bove y el sargento Calvo, y dos irlandeses, el teniente Tom Hyde y el legionario Dan Chute; el legionario John Hoey es herido de gravedad. Responsable del trágico incidente, la Bandera canaria es disuelta y sus oficiales castigados 13. Las 4 víctimas son inhumadas en Cáceres, en presencia del Obispo y del gobernador militar.


En Cienpozuelos, a orillas del Jarama, los legionarios irlandeses ocupan la primera línea. Tienen un sector que se extiende de Aranjuez a San Martín de la Vega, frente a las dos guarniciones rojas de Titulcia y Chinchón. Expuestos a un intenso y cotidiano martilleo de artillería, experimentan también los ataques de un tren blindado y la presión constante de los «snipers» enemigos. Estas escaramuzas pronto causan víctimas: al valiente Tom McMullen, por ejemplo, se le amputará una pierna.


Chapoteando en trincheras estrechas, poco profundas y mal acondicionadas, los irlandeses pronto sufren las inclemencias del tiempo. Aquel año, llueve a cántaros… Sin impermeables, y sin ropa de recambio, algunos tendrán que llevar el mismo uniforme durante 12 semanas. Los refugios no valen mucho más pues los colchones hierven de piojos. Estas condiciones tienen consecuencias sobre la salud de la tropa. A principios de marzo, el coronel Dalton debe, por prescripción médica, dejar el mando a los capitanes O'Sullivan y Quinn.


La XV Bandera sigue atrayendo a los jóvenes: unos veinte alféreces españoles se suman a las filas, y también dos nuevos oficiales irlandeses, el capitán Skeffington-Smyth (por otro nombre Michael Fitzpatrick) y el teniente Gilbert Nangle. El servicio es bastante penoso: los hombres permanecen 4 días en las trincheras y, luego, tienen 2 días de descanso en un pueblo donde el manicomio es el único edificio que permanece en pie… Cada día, la compañía de descanso debe facilitar centinelas; también le incumbe proteger a un batallón de ingenieros (coronel Von Thomas) que opera en la cercanía.


IX. UNA CAMPAÑA DIFICIL

Después de un mes de trincheras, la XV Bandera se muestra impaciente por enfrentarse más directamente con el enemigo. Una oportunidad se presenta el 13 de marzo de 1937 cuando llega la orden de efectuar un ataque de diversión contra Titulcia.


Cerca de las 6 de la mañana y bajo una lluvia de granadas, los legionarios se lanzan hacia el Jarama. Sin apoyo aéreo y sin artillería, el ataque, en un terreno llano y descubierto, resulta muy peligroso. Contrariamente al plan previsto, los otros asaltos sobre Titulcia han sido anulados y los irlandeses se encaran con una resistencia máxima del enemigo. Acompañado por el mayor alemán H.F. Recke, el duque de Algeciras y el Padre Mulrean, el general O'Duffy se persona para dar ánimo a su tropa cuya vanguardia alcanza el río al anochecer. Cuando llega la hora del repliegue, la Bandera cuenta con un muerto (John McSweeney) y muchos heridos (tres van a fallecer en el hospial de Griñon).


Dirigiéndose al general Saliquet y llamando su atención sobre las adversas condiciones en Cienpozuelos, O'Duffy logra que se renuncie a un segundo ataque el día siguiente. Con medios tan mínimos, cualquier ofensiva de frente va a fracasar, lo que comprobarán los generales Franco y Mola al visitar la posición días después.


Como se hizo con los caídos del 18 de febrero, los 4 muertos del 13 de marzo son enterrados en Cáceres, al son de las gaitas y en presencia del Obispo y de las autoridades locales. La Bandera irlandesa sufre otras bajas: a principios de la primavera, 150 hombres están hospitalizados y 4 de ellos (John Walsh, Tom Troy, Eunan McDermott y Thomas Doyle) van a morir. Los primeros dos están sepultados en Cáceres y los otros dos en Salamanca. Con secuelas graves, 4 legionarios más (John McGrath, Mat Barlow, Jack Cross y P. Dwyer) fallecerán más tarde, después de su regreso a Irlanda.


Al cabo de cinco semanas en Cienpozuelos, la brigada, muy debilitada, se traslada a La Marañosa, 15 kilómetros al Norte, cerca del Cerro de los Angeles. Esta nueva posición resulta tan arriesgada como la anterior: apenas hay agua potable y las líneas están tan expuestas que aventurarse fuera de las trincheras puede ser fatal. Los legionarios soportan bien estos inconvenientes ya que tienen a su lado dos tercios de Requetés: compartiendo las mismas ideas y sobre todo el mismo catolicismo ardiente, irlandeses y carlistas españoles simpatizan. A pesar del frío, de la inmovilidad y del hostigamiento enemigo, la moral es buena.


X. FIN DE LA CAMPAÑA.

Obligado por razones administrativas y logísticas a trasladarse a menudo a Cáceres o Salamanca y a recorrer toda la zona nacional, el general O'Duffy aprovecha la ocasión para establecer contactos. Así es como se encuentra con Millán Astray y con el Mufty de Marruecos. En Sevilla le reciben Sancho Dávila y Queipo de Llano que le proponen acoger a una segunda bandera irlandesa (en Burgos, Manuel Hedilla le hace la misma propuesta). Viajando por Andalucía, O'Duffy se entrevista con el Cardenal Ilundain, antes de detenerse en Jerez, en casa del duque de Algeciras y del marqués del Mérito. Acompañado por este piloto consumado 14, el general efectúa dos vuelos, el primero a bordo de un bombardero Junker y el otro en un caza Fiat.

Estos viajes no impiden al general ocuparse de la suerte de sus soldados cuyo contrato de seis meses se acaba. Por no disponer de un contingente de relevo, el porvenir de la XV Bandera parece definitivamente comprometido. De la oficialidad, alrededor de 100 hombres desean volver a Irlanda; por otra parte, 120 legionarios están todavía hospitalizados y el gobierno irlandés exige que los menores (un centenar) vuelvan a sus casas. Consultados a finales de abril, 654 voluntarios deciden volver a su país mientras 9 optan por quedarse.


Secundado por el capitán Fernando Camino, el capitán Arturo O'Ferrall y el teniente Mariano Arechederrata, reagrupan y desmovilizan a sus legionarios; se ocupan también de su traslado a Lisboa y del alquiler de un navío. Con la ayuda de Pedro Lancastra y del Dr. Costa Leite (ministro portugués de Hacienda), los problemas se resuelven. Solo se quedan en Cáceres 8 heridos intransportables y dos enfermeras (MacGorisk y Mulvaney). El 17 de junio de 1937 a las 10 de la tarde, el «Mozambique» se hace a la mar: para los irlandeses, la expedición a España ha terminado.

Gorro cuartelero del General Irlandés Eoin O'Duffy


Al llegar a Dublín el 22 de junio el general y sus hombres son acogidos por más de 10.000 personas. Escoltados por dos bandas de gaiteros, desfilan hasta el castillo donde el alcalde, Sr Alfred Byrne, les da la bienvenida. Durante la recepción que sigue, varias personalidades, entre las cuales Monseñor Waters, el Sr. White (alcalde de Clonmel), Lord French, el coronel Butler, etc., agradecen y felicitan a los legionarios. Después de lo cual, la Bandera irlandesa se disuelve.


XI. UNA MISIÓN SIN TACHA.

Espontáneamente constituida por personas privadas, desprovista de dinero y desaprobada por su gobierno, la brigada irlandesa de 700 voluntarios no desempeñó un gran papel militar durante la guerra. Su presencia fue sobre todo simbólica. Como ha escrito O'Duffy: «Diez mil irlandeses habían contestado a mi llamamiento, pero no pudimos llevarles a España. No teníamos buques. A la inversa de lo que ocurría en Italia, en Alemania, en Francia y en Rusia, no teníamos ningún apoyo del gobierno; y a España le faltaban navíos».

A lo largo de su estancia en el frente, la XV Bandera no desmereció como lo atestiguan sus 15 muertos 16 y decenas de heridos. «90% de nuestros voluntarios» -dice O'Duffy- «eran verdaderos cruzados que dejaban casas confortables… No eran mercenarios sino idealistas. Para cada uno de ellos, ir a España era un verdadero sacrificio, y todos volvieron más pobres que antes». A diferencia de los brigadistas rojos, no fusilaron, no depuraron y no profanaron; en sus filas no había ni comisario político ni cheka. Cáceres no era Albacete y el alcalde, Don Luciano López Hidalgo, nunca tuvo la menor queja de los irlandeses.


Inspirador y clave de la Bandera, Eoin O'Duffy era tan modesto como sus hombres. «No buscamos alabanzas. Sólo cumplimos nuestro deber», escribe el general a propósito de su estancia en España. A diferencia de Tito, Gerö, Staimler, Ulbricht o Dimitrov, nunca se transformará en tirano sanguinario ni mandará asesinar a su propio pueblo. Fiel a su palabra, se retiró de la política. A partir de 1938, se dedica a la promoción del deporte y presidirá la «Asociación Nacional de Atletismo y Ciclismo». Discreto y respetado, fallece el 30 de noviembre de 1944 con exequias nacionales.
Cuando España decide naturalizar a los que querían ahogarla y erigir un monolito recordatorio de André Marty, es de justicia pensar en los valerosos irlandeses del Tercio. Hace 60 años, a orillas del Jarama, combatían por Dios y por España junto a los heroicos Tercios de Requetés Cristo Rey y Alcazar.

*Los datos aquí publicados han sido contrastados con varias fuentes.

Brigada internacional XII - Brigada Garibaldi

Bandera de la brigada internacional nº 12
El 1 de Mayo del 1937 se considera el día de la constitución de la Brigada Garibaldi, con la presencia de Pietro Nenni. Esta se robustece con la llegada de los combatientes de la compañía italiana del Batallón Dimitrov, de los voluntarios de la disuelta Columna italiana, de grupos italianos de otras formaciones y de muchos nuevos voluntarios que continúan a acudir a España. La Garibaldi continúa a formar parte de la XII brigada internacional como reparto de asalto, bajo el comano de Randolfo Pacciardi, tiene como comisario político Ilio Barontini.

Constitución: 1 Mayo del 1937

Comandantes:
Pacciardi (del 1 de Mayo del 1937 a finales de Agosto del 1937)
Penchienati
Raimondi (Agostino Casati)
Zannoni
Paradinas
Vaia.

Comisarios políticos: Barontini, Rogregger, Battistatta, Suardi

Composición en el momento de su creación:

1° Batallón, comandado por Battistelli (comisario político Pozzi)
2° Batallón, comandado por Marvin (comissario político Cagnoni)
3° Batallón, comandado por Penchienati (comissario político Giorni)
4° Batallón, comandado por Muñiz (comissario político Flores)

Batallones que formaron parte de la brigada:



Por la Brigada pasaron un gran número de batallones a lo largo de su existencia, en ocasiones procedentes de otras brigadas o reorganizados de nuevo:

  • 45º Batallón Garibaldi (Italianos, albaneses y españoles): Sería la unidad principal de la Brigada, llegando a ser conocida por su nombre.
  • Batallón Thälmann, más tarde denominado Batallón Ernst Thälmann (Alemanes y austriacos). Trasladado más tarde a la XI Brigada Internacional.
  • Batallón André Marty (Franceses y belgas). Tiempo después, trasladado a la XIV Brigada Internacional.
  • Batallón Comuna de París (franceses). Más tarde, trasladado a la XIV Brigada Internacional.
  • Batallón Dabrowski, también conocido como Batallón Dombrowski (Polacos exiliados).
  • 47º Batallón Figlio (españoles).
  • Batallón Madrid (españoles).
  • Batallón Prieto (españoles).


Combates:
Del 11 al 21 de Mayo del 1937, Cifuentes
Del 9 al 21 de Junio del 1937, Huesca
Del 8 de Julio al 14 de Agosto del 1937, Villanueva de la Cañada, Brunete
Del 24 al 30 de Agosto del 1937, Farlete (en el frente di Zaragoza)
Del 10 al 18 de Octubre del 1937, Fuentes de Ebro
De Noviembre del 1937 a Enero del 1938, reparto de reserva
15-16 de Febrero del 1938, Sierra de Gredos, Campillo
Del 14 de Marzo al 4 de Abril del 1938, combates de Caspe al Ebro
Del 4 de Abril al 2 de Septiembre del 1938, frente de Ginestra
Del 3 al 23 de Septiembre del 1938, Ebro

Disolución: 24 de Septiembre del 1938.

Himno:

La Guardia Rossa

canciones y musica de la guerra civil española
BANDO : NACIONAL
Los italianos del batallon garibaldi normalmente cantaban esta canción, se llamaba la Guardia Rossa. .
DECARGAR CANCIÓN
Quel che si avanza è uno strano soldato. Viene da Oriente e non monta destrier. La man callosa ed il viso abbronzato, è il più glorioso di tutti i guerrier. Non ha pennacchi e galloni dorati, ma sul berretto scolpiti e nel cor mostra un martello e una falce incrociati: gli emblemi del lavor! Viva il lavor! E' la Guardia Rossa che marcia alla riscossa e scuote dalla fossa la schiava umanità. E' la Guardia Rossa che marcia alla riscossa e scuote dalla fossa la schiava umanità. Quando alla notte la plebe riposa nella campagna e nell'ampia città, più non la turba la tema paurosa del suo vampiro che la svenerà. Ché sempre veglia devota e tremenda la Guardia Rossa alla sua libertà: la tirannia cancrenosa ed orrenda più non ritornerà, non tornerà! E' la Guardia Rossa che marcia alla riscossa e scuote dalla fossa la schiava umanità. E' la Guardia Rossa che marcia alla riscossa e scuote dalla fossa la schiava umanità
*Los datos aquí publicados han sido contrastados con varias fuentes.